La Ciudad de México es una metrópoli vibrante, apabullante, gigante y propia. Llena de un carácter autóctono, de una identidad única y de una belleza singular. Huele a maíz, a esmog, a dulce y a historia. Esta secuencia no pretende ser más que una bitácora visual, un recuerdo de un momento. No pretende ser más que la experiencia propia compartida en instantáneas.






















